sábado, 31 de agosto de 2013

martes, 27 de agosto de 2013

Carta de Carlos Ariztía Ruiz al Presidente Eduardo Frei Montalva


Santiago, 21 de julio de 1969

Excmo. Señor
Presidente de la República
Don Eduardo Frei Montalva
PRESENTE
Excmo. Señor:
Accediendo a sus deseos manifestados en la reunión que tuvimos el 16 del presente, paso a exponerle las diversas vicisitudes que he debido afrontar con motivo de la aplicación de la Reforma Agraria en mi propiedad.
En primer lugar, creo oportuno señalar a Su Excelencia, que trabajo desde hace más de veinte años mi propiedad en la zona de Longotoma, habiendo logrado, junto con mi familia y gracias a un intenso trabajo y capitalización, transformar ese predio, que era el más abandonado de la zona, en uno de los más prósperos y quizás de más empuje en el país.
Sería largo detallar los numerosos trabajos que he ejecutado, tales como casas, cierros, obras de regadío, electrificación, plantaciones, crianzas seleccionadas de ganado lanar, bovino, etcétera, etcétera. Todo el conjunto forma una eficiente empresa agrícola. Esta no es solamente una apreciación personal del suscrito, sino de cuantas personas han visitado dicho predio.
También creo necesario señalar que no tengo, ni jamás he tenido, un conflicto social, como se ha repetido insistentemente desde hace un año a esta parte. Jamás he tenido una huelga o un paro; nada tengo pendiente ante los Tribunales del Trabajo, estando siempre al día en el cumplimiento de las leyes y demás obligaciones sociales.
En cuanto a los aspectos de la Reforma Agraria, podría sintetizarlos en la siguiente forma:
El año pasado, pocos días después de iniciados los lamentables sucesos acaecidos en Santa Marta de Longotoma y como vecino y espectador de ellos, vine a conversar con el señor Carlos Figueroa, en ese momento ministro de Agricultura subrogante, para manifestarle mi extrañeza y desagrado por la forma como estaba actuando la CORA con cerca de doscientas familias que no estaban de acuerdo con su procedimiento. En el curso de dicha conversación, el señor Figueroa me pidió que no interviniera en este asunto ya que el jefe zonal de CORA, don Gonzalo Puga, le habría manifestado que mi fundo no sería expropiado. A este planteamiento expuse al señor Figueroa que lo que estaba sucediendo en Santa Marta atentaba contra mis principios de dignidad y respeto humanos, de libertad y de chilenos.
A mediados del año pasado, fui advertido de que sería expropiado (conversación del señor Puga con don Carlos Correa V.) y desde el mes de octubre he sido citado en numerosas ocasiones por don Rafael Moreno para tratar sobre la forma como se aplicaría la Reforma. Uno de los trámites que se llevó a cabo fue un avalúo de las mejoras que había efectuado, lo cual, junto con el valor del terreno, dio una cifra cercana a los E° 5.000.000.
El señor Moreno me propuso que entregara todo el fundo a la CORA, proposición que no acepté, en consideración a mi vocación y fe en la actividad agrícola, a no ser mi único objetivo el ganar dinero, sino el haber hecho producir esas tierras y en mi derecho legal a quedarme con una reserva que en mi caso procedería ser de hasta las cuatro reservas contempladas en la ley (hasta la fecha la CORA no ha aceptado estudiar esta posibilidad).
En estas circunstancias presenté un proyecto de reserva mínima, el cual fue considerado por el señor Moreno como técnico y legalmente perfecto, añadiéndome que había sido el estudio más completo que en este sentido había recibido. Desgraciadamente fue rechazado y en su reemplazo, me ofreció una reserva que a mi juicio no contemplaba el mínimo legal que técnicamente me correspondía, teniendo además presente mi calidad no discutida como agricultor eficiente.
Ante el impasse producido, propuse al señor Moreno que me permitiera acogerme a la ley de las parcelaciones, ofreciendo regalar –en lugar de vender como lo estipula dicha ley– el 40% del fundo al personal que colabora conmigo; vender otro 40% al mismo personal, si así lo deseara, y reservarme solamente un 20%, que aproximadamente corresponde a la reserva mínima legal.
Esta proposición, que habría permitido hacer propietarios individuales a las cincuenta y seis personas que según la ley tienen derecho a optar como parceleros, sin costo para dicho personal, con una rentabilidad estimada en un 50% superior a lo exigido, que habría ahorrado a la CORA una inversión superior a los E° 4.000.000, fue también rechazada. En promedio, las parcelas que yo ofrecía hacer tendrían una cabida de 3,5 hectáreas de riego y 75 de secano.
Creo útil señalar las razones que me fueron dadas por CORA para rechazar esta parcelación: a) porque en el cálculo de las personas que deben optar a ser parceleros no consideran lo estipulado en la ley de las parcelaciones, sino a las personas que eventualmente podrían ser asentados; b) porque no aceptan la compensación en dinero, que dicha ley contempla para los casos que no quieran o no puedan ser parceleros; c) porque en el cálculo de las cabidas mínimas no consideran la rentabilidad que puedan tener las parcelas, sino las hectáreas básicas que deben tener. En este sentido, tuve que poner, dentro de las cincuenta y seis personas como candidatos a parceleros, a siete pequeños propietarios que trabajan en el fundo, “por no ser dueños de una unidad económica”. Sin embargo, ahora que se está tratando de determinar las personas que podrían ser asentados, se ha rechazado a estos propietarios, porque “son dueños de una unidad económica”.
Por último, ante todo tipo de objeciones a estos “razonamientos”, se me contestaba que si no estaba de acuerdo, acudiera a los Tribunales Agrarios (…).
Le manifesté a S.E. que como contribuyente y como agricultor no comprendo cómo y por qué esta excelente proposición fue rechazada y no estudiada con más profundidad, sobre todo, después de haber oído a S.E., en la reunión aludida, ser un tan ferviente partidario de la empresa privada agrícola.
Confirma a S.E. lo ya manifestado en el sentido de que desde hace un año a esta parte he sido víctima de toda clase de presiones económicas, morales y sociales. Se me ha cortado el crédito directo e indirecto en el Banco del Estado, he sido atacado por la prensa, radio y televisión, incluso por funcionarios públicos, presentándome como un elemento nocivo para la sociedad. La CORA ha insistido, apoyándose en un grupo de personas ajenas al fundo, en que existe “un grave conflicto social” (…) tratando de mantener y fomentar permanentemente un clima de agitación a través de sus funcionarios; en numerosas ocasiones ofrecí al señor Moreno que en el fundo se hiciera una encuesta seria o un plebiscito, para conocer la realidad de la situación social, lo cual nunca fue aceptado; habiendo ofrecido acatar lo que la mayoría del personal decidiera, no aceptaron mi proposición.
¿Qué debo hacer en estas circunstancias, teniendo además presente que se discute actualmente en el Congreso una modificación de la ley de Reforma Agraria, por la cual perderemos todo derecho práctico a siquiera una reserva?
Después de todo lo anterior, no me ha quedado otro camino que discutir con el señor Moreno la reserva ofrecida por él, la que con algunas modificaciones, ha sido ya virtualmente aceptada.
Ayer comuniqué a ese grupo mayoritario de auténticos campesinos y leales colaboradores, cuya opinión nunca quiso ser oída por CORA, sobre la expropiación del fundo, y junto a ellos, al oírles su indefensión, su imposibilidad de ser propietarios independientes, pude comprobar, una vez más, lo injusto e inhumanos de los sistemas que se han aplicado. Espero, al menos, que se respete a esos eficientes campesinos y no se proceda, como en otros casos, a expulsarlos del asentamiento por no haber sido dóciles instrumentos en manos de los funcionarios de CORA. Así lo pediré al señor Moreno.
Agradecido de la atención que S.E. ha tenido a bien dispensarme, lo saluda con toda atención,

Carlos Ariztía Ruiz